
Transparencia existencial: la perimenopausia como etapa de claridad y transformación
En el embarazo, la psiquiatra Monique Bydlowski hablaba de una transparencia psíquica: un tiempo en que la mente se abre al pasado, a los vínculos tempranos, a las memorias infantiles que emergen con una intensidad casi arcaica.
Me he dado cuenta que en la perimenopausia ocurre algo distinto, pero igualmente profundo. Algo que yo llamo transparencia existencial, es el nombre que propongo para esa experiencia de desnudez interior que emerge cuando ya no podemos sostener las máscaras que antes nos protegían.
Porque en esta etapa no se abre el pasado, sino el futuro. O, más bien, la conciencia de que el futuro no es infinito.
No es una vivencia trágica ni necesariamente angustiosa; no se trata de miedo, sino de lucidez. Es como si la vida, de repente, se hiciera transparente: deja ver lo esencial, lo que ya fue y lo que aún necesita ser cerrado.
Es la sensación de ver con mayor nitidez la vida, con sus límites y posibilidades, y también de vernos a nosotras mismas sin adornos.
Surge cuando el cuerpo, la mente y la biografía confluyen en un punto donde se hace necesario hacer balance:
¿qué me ha traído hasta aquí?, ¿qué necesito ahora?, ¿qué ya no encaja?
La claridad que llega con el tiempo
En la perimenopausia muchas mujeres relatan una especie de sacudida interior. No es solo el cuerpo que cambia —las hormonas, los ciclos, el sueño, la energía—, sino una sensación de revisión vital: mirar hacia atrás con más nitidez y hacia adelante con más intención.
Empieza a haber una necesidad de poner orden, de revisar los “asuntos pendientes”, de reconciliarse con partes de la historia que habían quedado en pausa.
Algunas mujeres comienzan a pensar en cómo fue el final de la vida de sus padres o abuelos; otras, en qué legado quieren dejar.
No es una preocupación morbosa, sino una especie de reorganización simbólica: la mente y el cuerpo nos invitan a mirar la vida desde otro lugar, a hacer balance y ajustar el rumbo.
La transparencia existencial no trae necesariamente miedo, sino verdad. Y esa verdad, cuando se acoge sin juicio, puede tener un enorme poder transformador.
Es un tiempo fértil para la autenticidad y la coherencia. Ya no buscamos agradar, sino habitar con más verdad.
Cuando el cuerpo se vuelve espejo
Pero esta transparencia no siempre es fácil de sostener. A menudo, el cuerpo se convierte en el escenario donde se proyecta todo lo que la sociedad no quiere ver del paso del tiempo: la finitud, la vulnerabilidad, el cambio. Y ahí aparecen los mensajes edadistas —explícitos o sutiles— que nos recuerdan que ser mujer y envejecer sigue siendo, culturalmente, un desafío.
En muchas familias, además, el cuerpo femenino ha sido observado, comentado o juzgado durante generaciones. Por eso, en esta etapa puede despertarse una especie de dismorfia corporal, un rechazo hacia un cuerpo que ya no encaja con el ideal aprendido.
Se pone el foco en las arrugas, las canas, el aumento de talla… en lugar de ponerlo en las conductas que de verdad sostienen la salud: estar activas, descansar, cuidar los vínculos, alimentarnos bien, seguir con proyectos que nos ilusionen.
En palabras que resuenan profundamente en esta etapa:
El cuerpo ya no solo recuerda; también anticipa. Y en esa transparencia del tiempo, lo no resuelto se hace visible.
Un cuerpo que pide ser habitado de otra manera
El cuerpo de la perimenopausia no necesita ser corregido, sino escuchado.
Es un cuerpo que pide descanso cuando antes aguantaba, que se inflama si lo exigimos demasiado, que se muestra más sensible al estrés y más necesitado de ternura.
No es un cuerpo que se apaga, sino un cuerpo que se vuelve más nítido en su lenguaje.
En terapia, muchas mujeres descubren que los síntomas emocionales y físicos son también mensajes: el insomnio que pide descanso, la irritabilidad que señala un límite, la tristeza que invita a mirar atrás con ternura.
La transparencia existencial nos invita precisamente a esto: a mirar ese cuerpo con la curiosidad con la que antes mirábamos hacia fuera.
A reconocer que lo que duele, lo que pesa o lo que cambia, también puede ser una puerta hacia un modo más amable de vivir.
Esta etapa nos desafía a mirar el cuerpo con compasión, no como enemigo, sino como mensajero. Nos pide respeto, pausa y escucha. Porque el cuerpo, con sus cambios, es también un espejo de la verdad que habitamos. Y cuando lo aceptamos, podemos vivir con mayor serenidad la transición.
Porque no hay declive cuando hay conciencia. Hay madurez, hay presencia, hay posibilidad.
No es un apagarse, sino un volverse más nítida. Una transparencia madura donde ya no hay tanto que demostrar.
Conocerse mejor, vivir más ligero
La perimenopausia, lejos de ser un cierre, puede ser una oportunidad de autoconocimiento. Es un tiempo de ajustes: hormonales, emocionales, relacionales, pero también de expectativas. Lo que antes se sostenía por inercia, ya no. Lo que antes callábamos, ahora duele más callar. Y eso, aunque incómodo, es profundamente liberador.
Muchas mujeres descubren que este es el momento de reordenar prioridades, de preguntarse qué necesitan de verdad, qué vínculos quieren cuidar, qué trabajos merecen su energía.
A veces, esa claridad llega acompañada de duelos —por la juventud, por los hijos que crecen, por la pérdida de un rol—, pero también de una nueva autoría vital: la sensación de que ahora la vida puede vivirse desde otro centro.
En la perimenopausia se hace transparente la existencia: el cuerpo habla del tiempo, de la pérdida y del deseo de seguir vivas, pero con verdad.
Seguir activas, seguir vivas
A medida que se aclaran las sombras, también se abren ganas. De hacer planes, de aprender cosas nuevas, de moverse, de estar con otras mujeres. De cuidar la mente con la misma atención con la que cuidamos el cuerpo. Porque el bienestar en esta etapa no se mide en tallas ni en arrugas, sino en vitalidad, presencia y conexión.
Dormir lo suficiente, mantener una alimentación flexible y amable, cultivar relaciones significativas, hacer ejercicio, pedir ayuda cuando es necesario… son formas de sostenerse con realismo y compasión. Ya no desde la exigencia de “mantenerse joven”, sino desde el deseo de seguir sintiéndose viva.
La perimenopausia abre claros de vida: espacios donde lo vivido y lo que aún duele se hace visible a la luz del tiempo.
Una nueva forma de estar en el mundo
La transparencia existencial nos ofrece la posibilidad de mirarnos sin tanto filtro. De reconocernos sin adornos ni disfraces, con la serenidad que da haber transitado ya muchas versiones de nosotras mismas. De entender que el cuerpo cambia porque la vida cambia, y que no hay belleza más honesta que esa.
Quizá por eso esta etapa no debería vivirse como un final, sino como un nuevo modo de estar en el mundo: más consciente, más pausado, más verdadero. Y tal vez esa sea la verdadera madurez: la capacidad de mirarse con transparencia, sin miedo a lo que se ve.
Transparencia existencial no es rendición, sino claridad. No es vacío, sino sentido.
Es la madurez emocional que surge cuando aceptamos la impermanencia y, al hacerlo, descubrimos una libertad nueva: la de ser sin tanto miedo a perder.
A nivel social, recuperar el valor simbólico de la perimenopausia es también un acto reivindicativo. En una cultura que venera la juventud y niega la vulnerabilidad, envejecer con consciencia es un acto de resistencia.
Nombrar la transparencia existencial es una forma de devolver dignidad a una etapa que históricamente se ha silenciado o patologizado.
En definitiva, esta etapa puede vivirse como un despertar. No hacia lo que fuimos, sino hacia lo que somos cuando nos permitimos mirar sin disfraces. La transparencia existencial nos invita a reconciliarnos con nuestra historia, a hacer las paces con el cuerpo y a vivir el tiempo que llega con lucidez, ternura y verdad.
Definición de “Transparencia existencial”
La transparencia existencial es un concepto propuesto por Mamen Bueno (2025) que describe el proceso de clarificación interior que muchas mujeres atraviesan durante la perimenopausia, caracterizado por una mayor conciencia de sí mismas, de sus límites y de su autenticidad.
Implica una integración emocional entre la historia vivida, el cuerpo que cambia y el sentido de la propia existencia.
Cómo citar este texto
Bueno, M. (2025). Transparencia existencial: la perimenopausia como etapa de claridad y transformación.
Publicado bajo licencia Creative Commons Atribución-NoComercial–CompartirIgual4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0).
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
Licencia Creative Commons
Este artículo está protegido bajo la licencia Creative Commons Atribución-NoComercial–CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0).
Esto significa que puede compartirse y adaptarse el contenido, siempre que se reconozca la autoría, no se utilice con fines comerciales
y las obras derivadas se distribuyan bajo la misma licencia.
															
															



