¿Podemos hablar de suicidio?

Hablar de suicidio nunca es fácil, pero es necesario. Las cifras son duras y frías, pero detrás de cada número hay personas reales, familias que quedan desorientadas, llenas de dolor, de preguntas sin respuesta, de culpa y de silencio. Cada suicidio refleja un sufrimiento emocional profundo, una experiencia de desesperanza en la que alguien no pudo encontrar otra salida.
La banalización de los trastornos mentales

Sería absurdo hablar de depresión, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, insomnio o trastorno de alimentación. Sin embargo cada vez más se asocian vulgarmente esas palabras a problemas más o menos cotidianos, y esas palabras designan enfermedades, no son palabras vacías de contenido.