Cómo realizar derivaciones a otros profesionales de manera ética y cuidadosa

En nuestra práctica como psicólogos, puede surgir la necesidad de derivar a un paciente a otro profesional. Las razones pueden ser diversas: sentir que el proceso no está avanzando, la aparición de un problema fuera de nuestra área de especialización, atravesar un momento personal que afecta nuestra capacidad de acompañar, o incluso notar que hemos perdido objetividad en la relación terapéutica.

Sea cual sea la causa, derivar no debe interpretarse como un fracaso, sino como un acto ético y profesional que busca lo mejor para el paciente. Sin embargo, hacerlo requiere sensibilidad, claridad y una comunicación que proteja la confianza y el vínculo construido.

¿Cuándo considerar una derivación?

Derivar es un acto de responsabilidad y compromiso con el bienestar del paciente. Es fundamental reflexionar si:

El proceso está estancado: Sientes que, a pesar de tus esfuerzos, no se están logrando avances significativos en el tratamiento.

Emergen problemáticas específicas: El paciente presenta un tema fuera de tu área de especialización o que requiere un abordaje que no puedes ofrecer.

Dificultades personales: Estás pasando por un momento en el que no puedes sostener adecuadamente el espacio terapéutico.

Pérdida de objetividad: Si notas que las emociones personales interfieren con la relación terapéutica o con tu capacidad de análisis.

Pasos clave para realizar una derivación respetuosa

1.- Comunica la decisión con empatía y claridad

Es esencial explicar al paciente que la decisión de derivarlo no tiene nada que ver con algo que hayan hecho mal. Transmite que esta elección surge de tu deseo de ofrecerle el mejor cuidado posible.

Ejemplo:

«Después de reflexionar sobre nuestro proceso, siento que lo mejor para ti sería trabajar con un profesional que pueda ofrecerte una atención más específica en este tema. Mi prioridad es que tengas el apoyo que realmente necesitas.»

2.- Asume la responsabilidad como terapeuta

Nunca traslades la responsabilidad de la derivación al paciente. Es importante que sepan que esta decisión no se debe a algo que hayan hecho o dicho, sino a una evaluación ética de tu capacidad para acompañarlos en ese momento.

Ejemplo:

«Quiero que sepas que esta decisión no tiene nada que ver con algo que tú hayas hecho. Mi objetivo es asegurar que tengas el mejor apoyo posible, y por eso considero que otro profesional puede ayudarte mejor en este momento.»

3.- Valida sus emociones

La derivación puede reactivar heridas previas de rechazo, abandono o inseguridad. Escucha sus dudas o temores y valida sus emociones sin minimizar lo que sienten.

Ejemplo:

«Entiendo que esta noticia pueda generar incomodidad o incluso miedo. Es normal sentirte así, pero quiero que sepas que esta decisión busca tu bienestar y que seguiré acompañándote en este proceso de transición.»

4.- Involúcrate en la transición

No dejes al paciente solo en el proceso de cambio. Asegúrate de:

Contactar al nuevo profesional: Verifica que esté disponible para atender al paciente antes de comunicar la derivación.

Compartir información relevante: Con el consentimiento del paciente, transmite al nuevo profesional información que pueda facilitar la continuidad del proceso.

Brindar seguimiento: Acompaña al paciente durante la transición para garantizar que se sienta apoyado y que el cambio sea lo más fluido posible.

Ejemplo:

«He hablado con [nombre del profesional], quien tiene experiencia en este tipo de casos y está disponible para trabajar contigo. Si estás de acuerdo, puedo transmitirle información sobre nuestro proceso para que la transición sea más cómoda para ti.»

5.- Facilita la logística

Proporciona toda la información necesaria sobre el profesional al que derivarás al paciente, incluyendo su especialización, ubicación o modalidad de trabajo (presencial o online). Esto ayuda a disminuir la ansiedad del cambio.

Ejemplo:

«Te recomiendo a [nombre del profesional], quien tiene experiencia en este área. Te puedo pasar su contacto y ayudarte a agendar la primera sesión si lo necesitas.»

6.- Cierra el proceso adecuadamente

Antes de finalizar, realiza una o dos sesiones de cierre para reflexionar sobre los avances logrados y el camino que queda por recorrer. Agradece al paciente por la confianza depositada y ofrécete para resolver cualquier duda que surja en el proceso de cambio.

Ejemplo:

«En nuestras últimas sesiones podemos hacer un balance de lo que hemos trabajado juntos/as y lo que queda pendiente. Quiero agradecerte la confianza que has depositado en mí y recordarte que estoy aquí para cualquier cosa que necesites.»

Aspectos éticos en la derivación

Transparencia y consentimiento: Asegúrate de que el paciente comprenda la razón de la derivación y dé su consentimiento para compartir información con el nuevo profesional.

Confidencialidad: Comparte solo la información estrictamente necesaria para la continuidad del tratamiento.

Criterio profesional: Elige al nuevo profesional con base en su idoneidad y experiencia para atender la problemática específica del paciente.

Qué NO hacer al derivar

La manera en que realizamos la derivación puede marcar la diferencia entre que el paciente lo perciba como un acto de cuidado o como un abandono. Por ello, es importante evitar:

1.- Minimizar la situación:

No trates de suavizar la decisión al punto de restarle importancia. El paciente merece una explicación honesta, no una salida apresurada que genere confusión.

Error a evitar:

«Creo que sería mejor que pruebes con alguien más, yo ya no puedo ayudarte.»

2.- Traspasar la responsabilidad al paciente:

Nunca insinúes que la derivación se debe a algo que el paciente hizo mal o que su caso es «demasiado complicado». Esto puede generar sentimientos de culpa o rechazo.

Error a evitar:

«Creo que esto ya no está funcionando porque tal vez no estás poniendo de tu parte.»

3.- No verificar la disponibilidad del nuevo profesional:

Derivar sin confirmar previamente que el otro profesional tiene disponibilidad puede dejar al paciente en el limbo, generando más ansiedad e inseguridad.

4.- No acompañar el proceso de transición:

Dejar al paciente con la tarea de buscar por su cuenta al nuevo profesional o gestionar la transición por completo puede hacer que se sienta abandonado y desorientado.

5.- Evitar el cierre adecuado:

Finalizar abruptamente sin una sesión de cierre puede reforzar sensaciones de abandono y dificultar que el paciente continúe el proceso con otra persona.

Por qué derivar es también cuidar

Derivar no significa abandonar al paciente, sino reconocer tus propias limitaciones y priorizar su bienestar. Es un acto de humildad, responsabilidad y profesionalismo que demuestra tu compromiso con el cuidado de quien confía en ti.

Hacerlo de manera respetuosa y ética no solo protege al paciente, sino que también refuerza su confianza en el proceso terapéutico y en la posibilidad de recibir el apoyo adecuado.

Recuerda: derivar no es una señal de incapacidad, es una muestra de honestidad y de cuánto te importa el bienestar de las personas que acompañas.

¿Tienes dudas sobre cómo manejar una derivación o has vivido una experiencia similar? Comparte tus reflexiones en los comentarios.

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